
Huccome you think Ah be spyin' on w'ite folks? You darkies know everything that goes on. Now, did you hear us say anything that might have made Miss Scarlett mad-- or hurt her feelings? Vosotros, los negros, sabéis todo lo que ocurre. Look ter me lak she sho glad ter see you an' sho had missed you, an' she cheep along happy as a bird, tell 'bout de time y'all got ter talkin' 'bout Mist' Ashley an' Miss Melly Hamilton gittin' mah'ied. Den she quiet down lak a bird w'en de hawk fly ober. Los gemelos se miraron moviendo la cabeza, perplejos.
Estas situaciones son tan diversas como las personas que se encuentran al otro lado de la línea. Las diferencias de opinión y los antecedentes culturales son algo que hay que encarecer por sus efectos de aprendizaje. Empero darle la bienvenida a la diferencia también significa tratar adecuadamente a los menos iluminados de entre nosotros: la paradoja de la tolerancia. El xenofobia se extiende en un espectro que va desde los comentarios ambiguos aun los obviamente racistas. Una observación ambigua es mejor ignorarla, porque no quieres arriesgarte a acusar falsamente al cliente. Adele Horin, Sydney Morning Herald Estoy de acuerdo con Rich Mintz, de fastcoexist, que dice que las empresas no deben tener miedo de acordar una postura. Claro, en servicio, beber una postura significa abrir las umbral a una discusión. Sin embargo, no debes ceder ante el racismo, el sexismo, la homofobia o cualquier otra forma de discriminación. Como Jens Korff escribió en un gran artículo sobre cómo lidiar con el racismouno debería hacerlo manteniendo la calma y reaccionando contra el tema, no contra la persona.
La desesperaba un poco. Volvió a beber del trago y se dio una vuelta sin prisa, suspirando por lo bajo cuando la idea de acertar la salida le surcaba la cabeza y no era ahí donde podía imponer cualquier rasgo de presencia. Sarah no reaccionaba, sus expresiones se volvían mínimas y ni siquiera procesaba el olor fuertemente femenino que iba a revolucionarle el cuerpo entero después. Le sintió cerca, a pocos centímetros de rozar los cuerpos, y cuando pudo notar que era un ella habían pasado suficientes los segundos para que las piernas ya no se movieran. Hoy la experiencia se volvía tan palpable que la dejaba impactada, casi petrificada al tacto. Negó varias veces en pequeños movimientos de la cabeza que la mujer no iba a poder notar, las manos tampoco se movían, el vaso tambaleaba en aquella que lo sostenía y un repeluzno iniciaba por el sacro y subía por toda la columna vertebral aun el cuello, estremeciéndola y lanzando el hormigueo a vientre bajo. Y sin saberlo, ni siquiera era la simple presencia femenina, pero que sus gachas al rostro y el aroma se volvían tan eléctricos y complejos, casi magnéticos -ella en especial-; claro que el alimento lo sintió próximo, el corazón se le aceleró terrible y sus complejos le gritaban que saliera corriendo de ahí, que esos no eran sus gustos, que así no debía comportarse. Titubeó el labio inferior al primer contacto con los impropios, haciendo obvio el suspiro que lanzó contra su boca y cerrando los ojos a poca necesidad. No supo ni articular movimiento, casi torpe y distraída, pero quería disfrutarlo incluso en los pequeños roces.